Las prioridades de la Unión Europea han cambiado en los primeros seis meses de António Costa en la presidencia del Consejo Europeo. En este tiempo, el gasto en seguridad y defensa —el refuerzo de la capacidad disuasoria de los Estados europeos— marca todas las agendas. Y la marca aún más en este mes de junio, cuando se celebrará una cumbre de la OTAN en la que Estados Unidos, el gran pilar de la Alianza Atlántica, presionará a sus aliados para que el objetivo de gasto en defensa de los miembros pase del 2% del producto interior bruto (PIB) al 5%. El portugués, guardián de la “unidad” de los Veintisiete, sabe que en la Unión hay voces discrepantes. Así que mantiene el equilibrio: “La pregunta no es si tenemos que aumentar al 3,5%, al 5% o al 6%. No estamos buscando un número mágico. Hay que definir un método. ¿Cuál? Las capacidades que necesitamos construir y cómo podríamos invertir en estas capacidades en los próximos años”.
Ese método o esas capacidades (armas, infraestructuras, tecnología) pasan por “gastar más y mejor”, una expresión muy extendida en Bruselas estos meses cuando se habla de gasto en seguridad y defensa. Con esas cuatro palabras, se habla de “estandarización [de recursos], interoperabilidad [de las armas y los transportes], compras conjuntas”. “Es muy importante que alcancemos y fortalezcamos un sistema colectivo de defensa y disuasión”. Costa no habla de crear un ejército europeo; más bien de coordinar el esfuerzo de todos para que no sean 27 esfuerzos en direcciones distintas.
Con la no existencia de “un número mágico”, el presidente del Consejo Europeo atiende a los discursos de capitales como Madrid, muy reticentes a elevar el gasto en defensa. Pero en la misma contestación, en un encuentro con un grupo de medios internacionales, entre ellos EL PAÍS, ya nivela la balanza: “Es el momento de que los países del sur miren a los del este para entender que hay un problema común y necesitamos resolverlo antes de que sea una amenaza para todos”. Esa amenaza es Rusia, claro. Porque “el hecho es que la invasión rusa de Ucrania cambió Europea”.
“Si miras los últimos tres años, hemos aumentado el gasto militar un 30%. La paz sin defensa es una ilusión”, explica contundente el ex primer ministro portugués, en un discurso armado en el que hay pocos cabos sueltos.
Construir consensos
La principal tarea de Costa como presidente del Consejo es construir consensos. Su primer deber es perseguir la unanimidad interna, pero él tampoco olvida que el gran aliado de Europa es Estados Unidos, incluso ahora, con Donald Trump de vuelta a la Casa Blanca. Las prioridades que ha marcado el republicano desde enero son, para Costa, “legítimas”. “No tenemos que olvidar que el principal problema con Estados Unidos es que quiere reequilibrar el reparto de cargas en la defensa europea”, remarca.
“Hay que evitar perder [ese]foco y centrarnos en eso, en cómo reequilibrar la carga. No sé si nos costará cinco o diez años, pero tenemos la gran ventaja de compartir una visión estratégica sobre esto”, ha subrayado, dejando muy claro que “la relación transatlántica es la relación defensiva más exitosa de la historia y la más poderosa del mundo en el ámbito económico”.
Con ese punto de partida, admitiendo que hay “problemas que afrontar”, se trata de “evitar añadir dificultades en esta visión común de nuestro futuro y abordar de forma muy pragmática cómo podemos hacerlo con un interés común”. “Ni Europa ni Estados Unidos pueden restar importancia al Artículo 5 del Tratado de la OTAN”, reivindica, en referencia a la piedra angular de la Alianza, donde se dice explícitamente que “un ataque armado” a un aliado es “un ataque contra todos” y el agredido contará con la ayuda de los demás en la respuesta.
Pero en estos seis meses de trabajo en Bruselas, también la competitividad de la economía europea, Ucrania —asunto muy vinculado a la defensa— y la ampliación de la UE, de nuevo Ucrania en el horizonte, han ocupado a Costa.
Sobre la entrada de nuevos miembros, el portugués deja claro un principio: “La ampliación es la inversión geopolítica más importante que la Unión puede hacer para asegurar su estabilidad y la paz en nuestro vecindario”. El país invadido destaca entre los candidatos, por tamaño y por su trágica circunstancia bélica actual. “Pero no solo”, advierte el presidente del Consejo: “Es también por Moldavia y los Balcanes Occidentales”.
Para impulsar esta “inversión geoestratégica”, hace falta superar el obstáculo permanente que pone Hungría, puesto que se necesita la unanimidad. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, lleva ya varias cumbres imposibilitando que haya conclusiones unánimes sobre Ucrania al término de las reuniones de líderes. Costa ha dado con una fórmula para sortearlo, en la que deja claro que se ha tratado el tema y Kiev ha tenido “apoyo firme” de los 26 mandatarios restantes. Pero eso no bastará cuando llegue la hora de la verdad.
“Hungría tiene la perspectiva de que no hay que abrir negociaciones de entrada durante la guerra y esperara al final para abrirlas formalmente. Por supuesto que todos tenemos la prioridad de lograr una paz duradera lo antes posible”. Pero esa no es la apuesta del resto. La Comisión ya está procurando que Ucrania empiece con las reformas necesarias incluso durante la guerra. No es suficiente. Hará falta una apertura formal de proceso y ahí se precisa unanimidad. “Seguimos trabajando en esto, y soy muy optimista sobre el resultado de este proceso”, concluye.