Andrew Griggs ocultó durante más de dos décadas en el jardín de su casa el cadáver de su esposa Debbie, a la que asesinó en 1999, cuando tenía 34 años y estaba embarazada de cuatro meses y medio. Fue condenado a una pena mínima de 20 años en octubre de 2019, pero ni siquiera entonces había aparecido aún el cuerpo de la mujer, y solo el hallazgo de restos de su sangre en el vehículo del esposo ayudaron a demostrar su culpabilidad.
Un juez ha condenado ahora a tres años más de prisión a Griggs, después de conocer que el hombre, cuando ya cumplía condena, había intentado manipular a uno de sus tres hijos para que desenterrara el cuerpo de la madre, le cortara un mechón de pelo y viajara al extranjero para enviarlo de vuelta a casa a través del correo postal. Era la macabra idea del asesino para intentar convencer al mundo de que su esposa seguía viva.
“Una vez condenado por el asesinato [de Debbie], en un intento desesperado por demostrar su inocencia, intentó manipular a su hijo para que le ayudara del modo más escandaloso posible”, ha dicho la fiscal encargada del caso, Katie Samways.
“Esta maniobra revela lo cruel y egoísta que es esta persona, que no dedicó un solo minuto a pensar en el efecto devastador que tendría una petición así en su hijo”, ha añadido el inspector Neil Kimber, que ha descrito a la víctima como una “madre devota cuyo amor por sus tres hijos nunca estuvo en duda”.
Andrew, de 62 años, había tenido una aventura amorosa con una adolescente de 15 años. La idea de perder la mitad de su negocio, una pescadería, si su mujer reclamaba el divorcio, le llevó a cometer el crimen.
Durante años, logró esquivar a la justicia, al no aparecer el cadáver de la mujer. Fue una unidad especializada en casos sin resolver, mucho más tarde, la que acumuló las pruebas necesarias para lograr la condena del hombre, que defendió durante todo ese tiempo que su mujer había sido la que abandonó el hogar familiar.
A pesar de seguir negando la autoría del crimen, Griggs acabó dando detalles concretos de la localización del cadáver a la policía. En octubre de 2022, un equipo de agentes de la policía de Kent excavó en el jardín trasero de la vivienda, en Dorset, en el sur de Inglaterra, y extrajo un recipiente con forma de barril envuelto en lona azul. Dentro hallaron restos humanos, junto a una almohada, un edredón y ropas de mujer. Los análisis posteriores confirmaron que los restos pertenecían a la mujer desaparecida.
La familia de la víctima acabó devastada después de ese hallazgo, porque incluso la condena de Griggs previa al hallazgo de los restos no disipó del todo la esperanza de que siguiera viva.
“Más de 25 años después de la desaparición de Debbie, confiamos en que su familia y sus amigos puedan poner punto final a este capítulo de sus vidas. Griggs ha sido ya declarado completamente responsable, no solo del asesinato de su esposa, sino de todas las mentiras que elaboró durante este tiempo”, ha dicho la fiscal.